Muy pocos lo tenían en cuenta a la hora de hablar de los candidatos en la previa, pero una vez que arrancó el torneo la cosa fue muy distinta. Alemania dio un golpe en la mesa para la historia, le ganó a todos los rivales que se le pusieron enfrente y se consagró campeón del mundo en forma invicta tras vencer 83-77 a Serbia en una final que quebró en el tercer parcial, tal como había hecho en la semi ante Estados Unidos. El podio lo completó Canadá, que se impuso 127-118 en suplementario a los yanquis y se quedó con la medalla de bronce, su mejor actuación histórico en una Copa del Mundo.
La selección teutona sorprendió tal como lo había hecho Argentina en 2002, aunque aquella vez la lesión de Ginóbili y el arbitraje en el cierre nos privaron del título. Ahora los alemanes llegaron enteros al final, defendieron como leones y, al conocido gran tamaño de sus internos le sumaron la explosividad de sus jugadores de ascendencia africana. El MVP fue su base Dennis Schroeder (hijo de padre alemán y madre gambiana), su suplente es Maodo Lo (de padre senegalés y madre alemana) y otra de sus figuras es Isaac Bonga (de padres congoleños), pero ninguno de ellos está nacionalizado. Sus 12 jugadores nacieron en Alemania y se formaron allí; cuatro juegan en la NBA, cuando en su país y otros cuatro lo hacen en otros clubes de Europa. Jugaron un básquet excepcional y se consagraron en forma inesperada, pero absolutamente merecida. (Foto FIBA)
No hay comentarios:
Publicar un comentario