Diego Maggi, Esteban Pérez, Carlos Romano, Luis González, Sergio Aispurúa, Hernán Montenegro, el platense Ariel Scolari (arriba), Raúl Merlo, Miguel Cortijo, Jorge Faggiano, Marcelo Milanesio y Esteban Camisassa (abajo), dirigidos por Flor Meléndez, llamaban a la ilusión: bases de leyenda, anotadores temibles, internos muy altos, obreros de lujo... Un combo de talento, juventud, experiencia, estatura y calidad probada como pocas veces reunió nuestra selección nacional. El enemigo, en este caso, estuvo puertas adentro.
El plantel arrastraba deudas de los torneos anteriores, las condiciones de la gira previa fueron pésimas y los jugadores se plantaron: o se arreglaba la situación o la mitad de ellos se bajaba al torneo. La CABB reaccionó citando reemplazantes y terminó interviniendo la secretaría de Deportes, pero lo hizo tarde. Cortijo, Maggi, Montenegro, Aispurúa, Camisassa y González llegaron con las valijas al aeropuerto, pero la Confederación no los dejó viajar por "rebeldes" y ni llegó a completar los 12 jugadores. Viajaron once y quedaron novenos entre 10 equipos. El campeón terminó siendo Brasil y Argentina, que podía aspirar al podio, se pegó un tiro en el pie. Y es una historia que hay que tener presente para que nunca se repita.
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