El himno argentino sonó en una cancha de la NBA, millones de personas en todo el mundo siguieron un partido que les importaba poco y nada, porque lo único importante era lo que venía después. San Antonio Spurs retiró la camiseta número 20 de Emanuel Ginóbili y la noche fue una emoción tras otra, para recordar al hombre que hizo realidad lo que no estaba ni siquiera en las fantasías. El pibe que no pudo ganar un solo torneo mientras jugó en Argentina, el que se quedó afuera de la selección de Cadetes en su Bahía Blanca natal, el que se fue al descenso con el club donde su padre era el presidente, recibió la mayor distinción posible en un equipo de la mejor liga del mundo. Y no es para menos: se retiró el año pasado con el mayor porcentaje de triunfos de la hisoria de la NBA, cuatro anillos de campeón, dos medallas olímpicas, dos títulos de América, una euroliga, dos ligas italianas y el reconocimiento unánime de todo el mundo del básquet. Es, sin dudarlo, el mejor jugador de la historia de latinoamérica. Hace rato que es una leyenda. Es inspiración, es ejemplo, es superación, es conducta, es compromiso, es talento, es corazón, es inteligencia. Es Manu, el mejor de los nuestros. Y en unos cuatro años será parte del Salón de la Fama. Cuando eso ocurra, será el momento de renovar la emoción. Sigamos secando las lágrimas mientras tanto. (Foto diario La Nueva Provincia)
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